Una técnica para desarrollar un buen ‘storytelling’ en tus discursos: la regla de las 3 P

Una de las palabras más repetidas cuando se habla de comunicación es storytelling, que no deja de ser el término anglosajón para lo que toda la vida hemos llamado “contar historias”, pero que tiene su valor como técnica para analizar los relatos y construirlos nosotros mismos. Todos estamos de acuerdo en la importancia de las historias; las escuchamos continuamente a lo largo del día, en el telediario, en los anuncios, en las redes sociales, con nuestros amigos y familiares… Y es que las historias son el elemento que da vida a lo que contamos, y por eso cuando hablamos en público es imprescindible que las sepamos combinar con los hechos y datos para pintar el lienzo de nuestro discurso perfecto.

Porque aquí, sin duda, el elemento emocional es clave para conectar con tu audiencia; a menudo tratamos de llenar nuestra exposición con la máxima cantidad posible de datos, pero nos olvidamos de combinarlos con esas historias que realmente les darán sentido en la mente de nuestros oyentes. Por eso incorporar las técnicas del storytelling para explicar y dar contexto a nuestros argumentos es una de las fórmulas más sencillas de humanizar nuestro discurso y potenciar su impacto en las mentes de la audiencia.

¿Cómo construir fácilmente un relato eficaz para vestir tu discurso? Os voy a contar un sencillo y útil sistema que se puede emplear de forma inmediata para crear un relato que atrape, y que los mejores contadores de historias saben utilizar con maestría. Se trata de la técnica de las tres P: paisaje, personaje, y problema.

Primera P: Paisaje. Lo primero que tenemos que hacer para generar una buena historia es lo que los profesionales del storytelling denominan la “crea­ción de contexto” o “paisaje”. Cuando contamos los cuentos tradicionales empezamos con un “Érase una vez…”, ¿verdad? Pues es el equivalente a ese érase una vez lo que tienes que plantear al principio de una buena historia. Es importante que ese escenario de tu relato sea lo más rico posible en detalles, y no olvides las referencias visuales auditivas y kinestésicas, puesto que percibimos el mundo con los cinco sentidos. De esta manera, seremos capaces de generar en las mentes de aquellos que escuchen nuestro relato una suerte de realidad aumentada repleta de emociones.

Ten en cuenta que son las emociones las que nos ayudan a tender puentes entre nuestro corazón y los de aquellos que nos escuchan, entre nuestras cabezas y las suyas. Porque las emociones son contagiosas, y si las usamos bien, también lo serán nuestras ideas. Si yo estoy alegre, puedo transmitirte mi alegría. Si estoy triste, puedo hacer que te compadezcas de mí. Pero lo que nunca podré hacer es imponerte mi pensamiento.

Segunda P: Personaje. Así que ya ves que para conseguir convencer, tenemos que vincular al oyente con nuestro relato, conseguir que el espectador sufra con los golpes que la vida le asesta al protagonista de la historia, y que toque el cielo en sus momentos de felicidad. El objetivo es que la persona pueda verse proyectada en el personaje. Así que para construir tu relato, busca un protagonista potente. Por supuesto, no hace falta que se trate de un superhéroe ni de un Indiana Jones; en tu historia, el protagonista es aquel que es capaz de enfrentarse y superar la siguiente P de tu relato.

 

Tercera P: Problema. Todo personaje protagonista de un relato recorre el “viaje del héroe” que el mitólogo y profesor de literatura comparada Joseph Campbell identificó en muchas narraciones mitológicas. No nos vamos a detener hoy en ese camino, pero lo que nos interesa aquí es que al héroe siempre se le plantea un conflicto al comienzo de su historia, que es precisamente lo que la hace interesante.

Yo siempre pongo el ejemplo de los tres cerditos, que importan por­que aparece un lobo que quiere comérselos, o de Luke Skywalker, que nadie de nosotros conocería si no se hubiera encontrado con un robot que necesitaba su ayuda. A partir de ahí, el protagonista irá superando diferentes etapas para llegar por fin a la resolución de la historia con su éxito.

Como ves, con un paisaje, un personaje y un problema al que este se enfrenta tendrás cubiertos los tres pilares para estructurar tu relato. Si te fijas, es fácil identificar este esquema si pensamos en las presentaciones de los grandes productos de las empresas más innovadoras, ¿verdad? Practica esta técnica, y verás cómo se te ocurren muchas historias en las que tú, tus productos o los servicios de tu empresa se convierten en los héroes que resuelven los problemas de quienes te escuchan.

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