Aplica a tu comunicación las tres reglas de oro de la improvisación teatral

Una de las cosas que podemos hacer estos días para aprovechar el tiempo es practicar algunas lecciones de la improvisación teatral, que además de divertida, como veréis puede ser muy útil para nuestro desarrollo personal y profesional. A mí siempre me ha apasionado el teatro y muchas de sus técnicas son estupendas para mejorar nuestra oratoria, por eso hoy quería compartir las tres reglas de oro de la improvisación que estoy llevando también a mi día a día. Y es que hay de verdad unas leyes de comunicación muy poderosas en el teatro de improvisación que pueden sernos muy útiles en la vida.

La improvisación teatral consiste en un ejercicio en el que dos personas suben al escenario y una dice una palabra, por ejemplo, “el retrato”, y la otra persona, sin ningún guion, empieza a improvisar. El juego de la imaginación se pone en marcha: yo, por ejemplo pienso que estamos en la vieja casa de mi abuela, y el retrato de mi abuelo se ha descolgado, el otro se ha imaginado que se tenía que hacer un retrato para el carnet de conducir. Cada uno tenemos una historia diferente en la cabeza y cualquiera de los dos será el que proponga primero. ¿Te vas haciendo una idea de cómo es la cosa?

Primera regla: “Sí, y qué más”. Así llegamos a la primera regla de oro de la improvisación. Para que se produzca la diversión con esa idea del retrato que estaba yo teniendo, una de las claves es el “Sí, y qué más”. ¿Qué quiere decir esto? Por ejemplo, si empiezo yo y digo “Qué bonito el retrato de mi abuelo, pero qué lástima que se haya descolgado”, y la persona que tengo enfrente me dice: “Pero ¿qué  retrato, si estamos en el parque de atracciones?”… La historia ya no tendría sentido porque mi interlocutor acaba de negarme, ¿verdad?  Y eso es algo que no puede pasar, porque cuando te niegan, la comunicación se corta. ¿Qué propone la improvisación? Que si uno habla primero, el otro tiene que seguirle sí o sí. Es lo que en improvisación llamamos –y que no se me ofenda nadie– un “sí, a huevo”, es decir, “sí, o sí”, o “sí y qué más”.

Por ejemplo, imagina que yo digo, “¡Fíjate, acaba de llegar un extraterrestre con tres antenas!”… Si tú me respondes: “¿Qué extraterrestre? ¿Qué me estás diciendo Mónica, no te has tomado la pastilla?”, pues nos hemos quedado sin escena. Por el contrario, si me dices, “¡Sí!, y ha venido acompañado de otros diez extraterrestres y están todos en la cocina comiéndose nuestras galletas!”, el juego sigue. Igual os parece que me está pudiendo el entusiasmo y me estoy dejando llevar por mi pasión por el teatro, pero, ¿qué pasaría en nuestra comunicación si en vez de decir que “no” y cerrar oportunidades, dijéramos “sí” cuando nos piden una colaboración, o “sí” a hablar en público por primera vez, “sí” a ese nuevo proyecto que no te atrevías a aceptar y que en realidad puede cambiarte la vida, “sí” a una relación aunque te hayan hecho daño antes en la vida…. Yo propongo un gran “sí, y qué más” para todo, en la comunicación, en la vida y con las personas que te rodean. Esa es la primera lección que podemos aprender de las reglas de oro de la improvisación.

Segunda regla: Escucha activa. La segunda regla de oro de la improvisación teatral es la escucha activa. Recuerda que no escuchamos solo con los oídos, también lo hacemos con los ojos. Hay que mirar lo que hace la persona que está en la escena contigo para poder seguir el juego. Por ejemplo, si veo que mi compañero o compañera está haciendo el gesto de pelar un patata, no puedo decir: “¡Hay que ver cómo está hoy el vuelo!”, porque eso demostraría que no estoy haciendo una escucha activa de la emoción que esa persona quiere transmitir.

Hay que ver cómo cambiaríamos en nuestra comunicación, en nuestra vida y en los negocios, si no escucháramos solo para responder, sino que lo hiciéramos activamente para saber de verdad cómo está la emoción de esa persona, cómo se siente esa persona y hacia dónde quiere ir con lo que expresa. Eso es la escucha activa: escucho con mis oídos y escucho con mis ojos; en otras palabras, miro con atención.

Tercera regla: Coherencia. Y, finalmente, la tercera regla de oro de la improvisación que nos conviene adoptar es la coherencia. No puede ser que si estoy en una escena en la que hace un momento hacía como que conducía, me salga del coche sin haber frenado, sin parar ni abrir la puerta… Si queremos recrear una historia, tenemos que tomarnos un momento para desabrochar el cinturón, parar el contacto del motor, abrir la puerta y sacar una pierna detrás de la otra. Son apenas diez segundos, pero quien nos esté observando verá el coche aunque no esté ahí, casi se puede imaginar el color y el modelo. Por supuesto como ocurre con toda comunicación, cada oyente tendrá su propia interpretación, pero tú estarás manteniendo la coherencia entre la historia que cuentas y los actos que llevas a cabo.

¿Qué pasa cuando en el lenguaje verbal y en el lenguaje no verbal hay coherencia entre lo que decimos y cómo lo decimos? Cuando tus palabras y tu cuerpo dicen lo mismo, es decir, cuando tu voz y tus palabras van alineadas, se genera lo que yo llamo “la Verdad”, y es cuando consigues ser no solamente coherente, que es el objetivo, sino también creíble, esos mensajes llegan directamente al cerebro, directamente al corazón y directamente a las tripas.

Así que ya veis, las reglas de oro de la improvisación me han ayudado a darme permiso para hacer cosas nuevas, a reforzar mis capacidades de escucha activa y conseguir que mi comunicación sea más efectiva y persuasiva gracias a la coherencia entre mis palabras y mis actos. Yo creo que vale la pena jugar a este juego, ¿no os parece? Animaos y practicad estas lecciones, sin dudas veréis las consecuencias positivas en vuestra comunicación y en vuestra vida.

Abrir chat
Hola,
¿En qué puedo ayudarte?