Normalmente os suelo hablar sobre comunicación y cómo expresarnos mejor de cara a los demás, pero hoy quiero traer aquí otro aspecto de la comunicación que es igual de importante, la intracomunicación, que no es otra cosa que el modo en el que nos hablamos a nosotros mismos. Y, por descontado, tiene un impacto fundamental en nuestra motivación y seguridad, puesto que es la base de la autoconfianza.
Por resumirlo un poco, la intercomunicación se refiere a cómo hablamos con los demás, a la hora de conversar, dar feedback, etc. Por su parte, la comunicación de uno a todos consiste en saber cómo hablar en público, la oratoria, la retórica… es decir, todo aquello en lo que se centra el Método Bravo. Pero hoy vamos a ver cómo me hablo a mí, qué imagen proyecto en mi interior y cómo todo ello influye en el éxito de un discurso ante el público. Además, no se trata solo de cómo nos puede ir mejor en nuestra comunicación con el resto, sino cómo nos va a mejorar la vida cuando confiamos más en nosotros mismos.
¿Cuál es tu nivel de autoconfianza?
Cuando en un grupo preguntamos quién considera que tiene un nivel de autoconfianza entre 9 y 10, no suele ser fácil que alguien responda. Si pasamos a quién tiene entre 7 y 8, ya algunos nos podemos reconocer ahí, en lo que era un notable en nuestros tiempos de colegio o instituto. Sin embargo, la mayoría casi siempre se sitúa en el 5-6, el aprobado raspado; muchas personas sientan que ese es su sitio, su nivel de autoconfianza (los que sienten que tienen menos de un cinco, casi ni tienen confianza para levantar la mano).
Como vemos, y esto tiene mucho que ver con nuestra cultura, la mayoría de las personas no siente que tengan una gran confianza en sí mismas. Así que lo primero que hay que decir es que la autoconfianza no es inmutable, no es como el título que nos dieron en el colegio y permanece con nosotros para siempre. La autoconfianza puede aumentar o disminuir con el tiempo, puede haber muchas variaciones con el tiempo por muchos motivos. Todos tenemos algún momento de debilidad, incertidumbre, miedo, algún proyecto que iba a salir y de pronto se pospone o se cae…
Cómo trabajar la autoconfianza
Por tanto, siendo algo que no es inmutable, la autoconfianza se puede trabajar. ¿Cómo? Para ello te puedes apoyar en varios pilares. Vamos a hablar de algunos de los más importantes, para que la próxima vez que te pregunte no dudes en decir que estás en el nivel nueve, o incluso diez. Ojo, y volviendo a nuestra cultura, que nadie piense que sea malo sentir un alto nivel de confianza propia; eso no quiere decir volverse un osado o un temerario, no significa no respetar y no tener cuidado y cierto control, no. Lo que significa es que puedes de verdad confiar prácticamente al cien por cien en ti mismo o en ti misma, y eso a su vez posibilidad la mejora en todas las áreas de tu vida. Vamos a ver esos pilares, el póker de ases de la autoconfianza:
- El autoconcepto. Trabajamos mucho para conseguir cosas que sin duda son una bendición y nos hacen la vida mucho más fácil, como tener un hogar cómodo con un sofá en el que ver la televisión, por ejemplo, pero no dedicamos ese mismo tiempo a trabajar en nosotros mismos. Para que eso funcione primero tienes que ser consciente de cómo es tu concepto sobre ti, tu autoconcepto, que tiene que ver con qué es lo que tú piensas de ti.
Me gustaría proponerte que te tomes unos minutos para decir, “soy una persona que tal, tal y tal”, que lo pronuncies en voz alta si es necesario, escríbelo incluso. Por ejemplo, yo sé que soy una persona optimista, trabajadora… Con respecto al autoconcepto, donde te toca poner el foco es en aquellas cosas que más te gustan sobre ti y que por supuesto ya eres. Todas esas cualidades ya las tienes, cuéntalo, reconócetelo, ya que el cerebro necesita apoyarse en certezas. No obstante, esto se une también con el siguiente pilar.
- Autocrítica. Como digo, no solo hay que trabajar el autoconcepto y darnos cuentas de qué cosas buenas tenemos, también nos toca hacer autocrítica. Aquí te pido que elijas un aspecto en el que te gustaría trabajar, uno solo para poner todo tu foco ahí, y facilítate a ti mismo ese contexto para poder lograrlo. Por ejemplo, yo hace unos meses me había puesto el objetivo de hacer más deporte, pero no terminaba de conseguirlo. Al analizar por qué, me di cuenta de que en esos momentos viajaba mucho, y cuando lo hacía, no ponía zapatillas de correr en el equipaje, por lo que cuando quería hacerlo no las tenía conmigo y no podía hacerlo. Así que acordarme incluirlas era el primer paso; por eso tenía que saber qué era lo me impedía hacer deporte, y cómo me puedo facilitar todo lo que me permita cumplir esa meta.
Ojo, tampoco te obsesiones con alcanzar muchos objetivos. Céntrate en mejorar en una sola cosa y verás que eso va a desbloquear todo lo demás.
- Autoestima. Esto quizá parece muy cercano al autoconcepto pero en realidad tiene otro sentido. Autoestima significa cuánto me quiero de verdad; por ejemplo, si hago un listado de las personas más importantes de mi vida, seguramente ni siquiera piense en mí entre las cinco primeras. Y quererse a uno mismo es fundamental, porque cuanto más te quieres, más capaz eres de enfrentarte a lo que te ocurre. A lo que tengas por delante.
Aquí me gusta recordar algo que me dijo una mujer con la que he trabajado el desarrollo del liderazgo en Honduras, “dice el Evangelio que amemos a los demás como nos amamos a nosotros mismos, así que yo trato de amarme más para dar mejor ese amor a los otros”. Superhermoso, ¿verdad? Así que busca la inspiración donde quieras; puede que esto en concreto te resuene a ti o puede que no, pero lo que es innegable es que no le puedes dar a tu vecina o vecino un poquito de sal si no lo tienes, y con el amor pasa algo parecido: uno no puede dar amor si no siente amor por uno mismo. Por eso la autoestima hay que trabajarla entendiendo que nosotros somos la persona a la que más teneos que querer.
- Autodisciplina. Este es el cuarto “auto” de la autoconfianza. Aquí hay que analizarse de verdad y buscar cuál es la palanca que mueve nuestra disciplina. Si la autocrítica consistía en ser capaz de ver las áreas de mejora, la autodisciplina supone introducir algo en tu vida que antes no habías hecho. No obstante, esto tiene unas reglas: tiene que ser voluntario, no vale que nos lo diga el médico, que dejes de fumar o que empieces a hacer deporte; tiene que ser algo que suponga cierto esfuerzo, no vale que sea algo que en realidad hacemos gustosamente, y que sea sistemático, la tercera clave de la autodisciplina. Esto significa que lo tienes que hacer por sistema, sí o sí.
Así que no lo dudes más, utiliza este rompecabezas de cuatro piezas para desarrollar tu autoconfianza, y seguro que dentro de poco empiezas a ver los resultados. ¡¡Buena suerte!!